REBELADO, ABANDONADO
Y PERDONADO
Rev. Carlos Guerra
Dice la Palabra de
Dios en 1 de Reyes capítulo 1:
“Cuando el rey David era viejo y
avanzado en días, le cubrían de
ropas, pero no se calentaba I...1
Entonces Adonías hijo de Haguit se
rebeló, diciendo: Yo reinare. Y se
hizo de carros y de gente de a
caballo, y de cincuenta hombres que
corriesen delante de él. Y su padre
nunca le había entristecido en todos
sus días con decirle: ¿Por qué haces
así? Además, éste era de muy hermoso
parecer; y había nacido después de
Absalón. Y se había puesto de
acuerdo con Joab hijo de Sarvia y
con el sacerdote Abiatar, los cuales
ayudaban a Adonías [...] Pero el
sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de
Joiada, el profeta Natán, y todos
los grandes de David, no seguían a
Adonías. Y matando Adonías ovejas y
vacas y animales gordos junto a la
peña de Zohelet, la cual está cerca
de la fuente de Rogel, convidó a
todos sus hermanos los hijos del
rey, y a todos los varones de Judá,
siervos del rey; pero no convidó al
profeta Natán, ni a Benaía, ni a los
grandes, ni a Salomón su hermano […]
Y descendieron el sacerdote Sadoc,
el profeta Natán, Benaía hijo de
Joiada, y los cereteos y los
peleteos, y montaron a Salomón en la
mula del rey David, y lo llevaron a
Gihón. Y tomando el sacerdote Sadoc
el cuerno de aceite del tabernáculo,
ungió a Salomón; y tocaron trompeta,
y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey
Salomón! Después subió todo el
pueblo en pos de él, y cantaba la
gente con flautas, y hacían grandes
alegrías, que parecía la tierra se
hundía con el clamor de ellos. Y lo
oyó Adonías, y todos los convidados
que con él estaban, cuando ya habían
acabado de comer. Y oyendo Joab el
sonido de la trompeta, dijo: ¿Por
qué alborota la ciudad con
estruendo? Mientras él aún hablaba,
he aquí vino Jonatán hijo del
sacerdote Abiatar, al cual dijo
Adonías: Entra, porque tú eres
hombre valiente, y traerás buenas
nuevas. Jonatán respondió y dijo a
Adonías: Ciertamente nuestro señor
el rey David ha hecho rey a Salomón
[...] Además el rey ha dicho así:
Bendito sea Jehová el Dios de
Israel, que ha dado hoy quien se
siente en mi trono, viéndolo mis
ojos. Ellos entonces se
estremecieron, y se levantaron todos
los convidados que estaban
con Adonías, y se fue cada uno por
su camino. Mas Adonías, temiendo de
la presencia de Salomón, se levantó
y se fue, y se asió de los cuernos
del altar” (1 Reyes 1:1, 5-10, 20,
38-43,48-50).
1.
DIOS
ESCOCE A SUS LIDERES
Daniel 2:21 revela
una gran realidad, y estriba en que
Dios mismo es quien “quita reyes y
pone reyes”. En efecto, nuestro
Señor es un Dios de planes
específicos, detallados, inequívocos
y perfectos. El nunca hace las cosas
al azar, sino que hace las cosas a
conciencia y tiene el control sobre
el más mínimo detalle. Asimismo,
dentro del cuerpo de Cristo, Dios,
en Su soberanía, es quien escoge,
llama coloca y levanta a príncipes
ungidos para liderar por medio de
ellos Su obra, y ejecutar el
perfecto plan que tiene para con Su
Pueblo.
La elección de
Dios no se basa sobre la eventual
popularidad o fama que pueda tener
una persona, los logros que haya
obtenido por medio de los años de
experiencia, ni tampoco sobre
nuestro sentimentalismo o simpatía
hacia ella. En otras palabras, no
sirve de nada correr ni tratar de
imponermos como líderes, si no
tenemos el respaldo de la
misericordia de Dios (Romanos 9:16).
Cualquiera que
intenta tomar un puesto para sí sin
ser llamado de forma inequívoca por
Dios, por más esfuerzo humano que
haga, por más estrategias políticas
y espirituales que intente, por más
propagandas y manipulaciones que
realice, fracasará. Como todo
dictador derrotado éste quedará
solo, sin familia, sin gloria y sin
nada.
En cambio aquel a
quien Dios ha llamado, por más
oposición, levantamientos y críticas
que confronte; el Señor mismo habrá
de ponerlo en alto, lo apoyará, lo
levantará, y lo colocará en la
posición que ha ideado para él. Así
pues, no hay principado, ni
potestad, ni ser humano en los
cielos ni en la tierra que podrá
impedir que Dios lleve a cabo Sus
planes y propósitos.
El pasaje de Reyes
que citamos al principio narra los
últimos días del rey David. A los
setenta años de edad, víctima de un
envejecimiento prematuro, originado
por una vida llena de luchas
continuas, desilusiones y
traiciones, su cuerpo no se
calentaba fácilmente. Mas aunque las
palabras, la energía y las fuerzas
ya no eran las mismas que durante su
juventud, la unción que reposaba
sobre David sí había quedado
intacta. El nunca cesó de ser el
ungido de Jehová. No obstante,
Adonías su hijo, intentó
aprovecharse de la situación física
de David para arrebatar el trono de
Israel. Además de poseer la belleza
de su hermano Absalón, Adonías
también tenía su carácter arrogante,
su soberbia y su rebeldía. Era un
niño consentido o mimado, al cual
“su padre nunca había entristecido”,
o en otras palabras, no se le había
corregido ni disciplinado. En aquel
momento crucial, David iba a
cosechar lo que él mismo había
sembrado.
Ahora bien, es
menester que entendamos que Adonías
no solamente se estaba alzando
contra la autoridad de su padre,
sino también contra los planes y los
designios perfectos del Señor. Según
él, su padre era demasiado viejo
para reinar, y su hermano Salomón,
el escogido de Dios, demasiado
joven. Ciertamente, él tenía más
logros, más experiencia que Salomón;
mas la experiencia no es un factor
que determine los planes de Dios
para con uno. David nunca había
peleado contra ningún gigante, mas
cuando se enfrentó con el primero,
le cortó la cabeza.
Me llama la
atención la frase que Adonías
pronunció antes de cometer su golpe
de estado: “Yo reinaré” (v. 5).
Sin duda, esta declaración no
deja de recordamos la misma que hizo
Lucifer antes de la creación del
mundo: “Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas de Dios,
levantaré mi trono, y en el monte
del testimonio me sentaré [...]”
(Isaías 14:13).
Amados lectores, todo
lo que empieza por “yo” siempre va
por mal camino. Las Escrituras dicen
que “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
En la vida cristiana no es que yo
digo, lo que yo siento, lo que yo
creo, sino lo que Jehová de los
ejércitos dice.
II. LAS
ESTRATEGIAS MALOGRADAS DE UN REBELDE
Para llegar a sus
fines, Adonías elaboró una serie de
estrategias:
1. Intentó
impresionar psicológicamente al
pueblo, aparentando un poder
ficticio “se hizo de carros y de
gente de a caballo y de cincuenta
hombres que corriesen delante de él”
2. Se puso de
acuerdo con gente ambiciosa y de
influencia (Joab, un militar y
Abiatar, un sacerdote), que odiaban
al profeta Natán por cuanto éste no
les profetizaba lo que ellos querían
oír.
3. Hizo su propia
fiesta, a la cual sólo invitó a los
que le convenía invitar, a aquellos
a quienes podría manipular y
convencer, sus amigos, sus
familiares y a los que tenían
resentimientos contra el rey David.
4. Alejó de su
lado a la gente fiel al rey, y los
convirtió en sus contrincantes.
En 1 de Crónicas
29:1, el Señor ya había revelado
cuáles eran sus propósitos:
“Solamente a Salomón ha elegido
Dios; él es joven y tierno de edad,
y la obra grande...”. Más Adonías y
su gentío habían olvidado que Dios
es quien escoge a Sus líderes. Así
pues, mientras ellos celebraban la
coronación del rebelde, el Altísimo
empezó también a mover sus fichas
para poder cumplir Sus propósitos y
establecer al rey legítimo de
Israel, a aquel líder que El mismo
había escogido para llevar hacia
delante a Su pueblo.
David, el ungido
de Jehová, fue quien dio las órdenes
de parte de Dios para que Salomón
fuera coronado. El rey ordenó que su
hijo se subiera en su mula para que
lo llevaran a Gihón. Este lugar era
la única fuente de agua viva más
cercana.
Salomón no estuvo
cavando para hallar agua, o en otras
palabras, nunca buscó ser hecho
líder. Cuando una persona lleva a
cabo estas acciones con vistas a ser
promovido, pierde su tiempo y
energía en vano. En el caso de la
coronación de Salomón, y por cuanto
Dios estaba en el asunto, todo este
proceso se llevó a cabo de forma
natural.
Al oír la fiesta
del pueblo por motivos del
ungimiento de Salomón, la fiesta de
Adonías se turbó. Todo sus invitados
“se estremecieron, y se levantaron
[...] y se fue cada uno por su
camino” (1 Reyes 1:49). Después de
haberle seguido y coronado, todo el
mundo abandonó a Adonías, y
avergonzados, regresaron a sus casas
para esconderse.
Adonías se quedó
solo, sin familia, sin dinero y sin
reputación, porque así sucede con
los que se alzan y rebelan contra
los propósitos divinos. Y lo más
terrible estriba en que si no se
arrepienten, también se quedan sin
Dios.
Escrito está que
“si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda solo” (Juan
12:24). Por más talentoso, popular o
famoso que sea, si el rebelde no se
humilla y muere, quedará
desamparado. La advertencia de Dios
es clara. Es menester que caigamos
en tierra y que le demos muerte a
nuestro “yo” para que no nos pase lo
que le sucedió a aquel príncipe.
Cuando Adonías vio
que todos lo habían abandonado,
temió por su vida y “se levantó y se
fue y se asió a los cuernos del
altar” (1 Reyes 1: 50). El
pidió misericordia y perdón a
Salomón, y los obtuvo (1 Reyes
1:52-53). La actitud de este líder
fue maravillosa, por cuanto aun
sabiendo que era el escogido, dejó
que Dios mismo acomodara todo y
peleara por él.
III. LA ÚLTIMA
MOVIDA DEL REY
Para llevar a cabo
Sus planes con Salomón, Dios movió
al profeta Natán, al sacerdote Sadoc
y a su madre Betsabé, dos hombres y
una mujer leales al rey y que habían
comprendido los planes de Dios. ¿Se
goza usted al saber que Dios sabe
mover Sus fichas? ¿Se goza al saber
que Dios tiene el control de los
detalles aún más pequeños para
cumplir Sus propósitos? ¿Se goza al
verle desarticular una a una todas
las artimañas del enemigo de
nuestras almas y de Su pueblo?
Al sol de hoy,
Dios todavía puede voltear los
planes de Satanás, y tomarlos en su
contra. Todavía están vigentes las
palabras que Dios dijo a Israel por
medio del profeta
Ezequiel: “Porque yo
Jehová hablaré, y se cumplirá la
palabra que yo hable; no se tardará
más, sino que en vuestros días, oh
casa rebelde, hablaré palabra y la
cumpliré, dice Jehová el Señor”
(Ezequiel 12:25).
Un famoso pintor
cristiano, que asimismo era un
apasionado del juego de ajedrez,
pintó un día un cuadro que tituló
Jaque mate. En éste, que todavía
hoy se conserva en una galería, se
pueden ver dos jugadores de ajedrez
sentados frente a frente a una mesa.
Un creyente, sentado en la parte
derecha, y el diablo, sentado en la
izquierda.
El rostro del
diablo se ve triunfante y casi se
puede oír su risa diabólica, porque
parece que tiene al cristiano
atrapado. De otro lado, el creyente,
cuya preocupación se refleja en el
rostro, tiene las dos manos
agarradas con toda su fuerza en los
bordes de la mesa, con los nudillos
de los dedos casi blancos a causa
del esfuerzo y de la tensión del
crucial momento.
La galería donde
se iba a exponer el cuadro le dio
mucha publicidad al mismo. Así pues,
cuando la galería abrió sus puertas,
el público empezó a detenerse junto
a aquél para observarlo con
curiosidad. Todos, al leer el título
de la obra y la actitud de los
personajes, sacudían la cabeza
pensando que el diablo había ganado
la partida contra el cristiano. Los
transeúntes que más o menos tenían
nociones de ajedrez, pensaban que ya
no existía ninguna estrategia de
salida, ni tampoco ninguna maniobra
posible. Algunos sentían lástima por
el cristiano, y otros se indignaban
porque parecía que el diablo se
había salido con suya.
No obstante, llegó
a aquel lugar un ex campeón de
ajedrez, quien también se puso a
observar el cuadro con atención. El
se fijó mucho en el diablo ni en el
creyente, sino en la partida de
ajedrez que el cuadro había
capturado, y asimismo le prestó
atención al título: Jaque mate.
Tras observar la tabla de
ajedrez .durante unos minutos, el
perito descubrió algo de importancia
crucial, y exclamó: “¡Un momento!
¡Esto es una mentira del diablo! El
cristiano no está jaque mate, por
cuanto su rey todavía tiene una
¡jugada”. Amados hermanos, nuestro
Rey de gloria siempre tiene una
jugada posible, un movimiento para
poner jaque mate al diablo.
Amados hermanos,
no importa que el diablo quiera
hacerle creer que usted está “jaque
mate”... ¡Nuestro Rey de reyes
siempre ha tenido y tendrá la última
movida! El único que está “jaque
Late” es Satanás porque Cristo lo
venció para siempre en la cruz del
Calvario.
El año 2003 se ha
caracterizado por los ataques que
han venido contra los siervos de
Dios y Su pueblo. Sin embargo, a
aquellos quienes han resistido los
señalamientos, los golpes bajos, las
críticas acerbas, los embates
poderosos del enemigo, Dios les va a
abrir puertas en medio de su
aflicción. Es hora de tomar la
victoria, transformar en triunfo lo
que el diablo quería destruir.
Absolutamente nada ni
nadie podrá detener los propósitos
soberanos del Señor para con Su
pueblo y Su Iglesia. Amen.
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